Ante todas las pérdidas humanas que hemos tenido a lo largo de nuestra historia,
frente a todos los actos de discriminación realizados hacia hombres y mujeres,
niñas, niños, adultos mayores, comunidades indígenas, frente a las constantes
violaciones a nuestros derechos humanos, pero sobre todo, ante la pérdida de
nuestros valores, es triste ver, que una vez más no protegimos a tiempo a las
personas indefensas.
¿Cuántas
veces a lo largo de nuestra historia, nos hemos comprometido a actuar con
decisión para que nuestros derechos humanos sean respetados? ¿En la realidad,
quienes gozan de los derechos humanos consagrados no solo en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, sino en los tratados internacionales
de los que México forma parte? Se podría decir que un sinnúmero de veces, solo
que ya es hora de actuar, es hora de demostrar nuestro compromiso, es hora de
que el Estado y la sociedad hagamos conciencia del daño que hemos causado por
la injusticia, por la maldad y por la
intriga, por el desamor, por la dominación del más fuerte sobre el más débil.
Guerras,
intrigas, muertes, discriminaciones, hambre, etc., han estado presentes en toda
la historia de la humanidad, y de nuestro país, quizá con argumentos y razones
válidas para las víctimas y para los agresores, o quizá con razones injustas,
pero ¿Quién determina si una acción es justa o injusta? ¿Qué es la justicia?
¿Qué tiene más valor, ser justo o injusto?
Para
contestar a estas interrogantes nos remitiremos al vocablo “justicia”, proviene
(Del lat. Iustitîa) y significa una de las cuatro virtudes
cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece,
según la definición del Diccionario de la Real Academia Española[1].
La
justicia se entiende como el arte de hacer lo justo, y de “dar a cada uno lo
suyo” (latín: Ars luris), básicamente
esto nos dice que la justicia es la virtud de cumplir y respetar el derecho, es
el exigir sus derechos, es otorgar los derechos a un individuo.
La
justicia no es el dar o repartir cosas a las personas, sino el saber decidir a
quien le pertenece esa cosa por derecho. La justicia es ética, equidad y
honradez. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que es suyo. Es aquel
sentimiento de rectitud que gobierna la conducta y hace acatar debidamente
todos los derechos de los demás.
La enciclopedia jurídica[2] refiere que la Justicia es
la cualidad de lo justo. Administrar justicia consiste esencialmente en
declarar lo que es justo en el caso concreto sometido al tribunal.
Para
Platón, la justicia es “una convención del alma y no una virtud nacida del
fondo del mismo hombre”. Refiere que en el hombre se dará cuando existe una
armonía de tres virtudes fundamentales del individuo, a saber: la sabiduría, el
valor y la templanza.
Platón
señala que “la justicia es la obligación de decir la verdad y de dar a cada uno
lo que de él se ha recibido”.
Kelsen
señala, que la justicia es, “una característica posible más no necesaria del
orden social”, y “constituye una virtud del individuo pues un hombre es justo
cuando su obra concuerda con el orden considerado justo” y de manera abstracta
señala que es justo un orden social determinado, “cuando regla la conducta de
los hombres de modo tal que da satisfacción a todos y a todos les permite
lograr la felicidad”.
Nicolás
de Maquiavelo, considerado como el verdadero fundador y padre de la ciencia
política, considera que el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo
preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; señala que
sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos
morales, puede garantizar el orden social justo con el único propósito de
evitar la violencia humana.
Según
Maquiavelo, el príncipe o el gobernante, tiene como fin la felicidad de sus
súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte, solo que no
importan los medios para conseguirlo, es decir, que se puede recurrir a la
astucia, al engaño y si es conveniente a la crueldad. Para Maquiavelo, "la grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos
cometido".
Santo Tomás de Aquino, define a la justicia como “el hábito por el cual
el hombre le da a cada uno lo que les propio mediante una voluntad constante y
perpetua”. La justicia representa para Santo Tomás, una de las cuatro virtudes
cardinales, aunado a la templanza, prudencia y fortaleza.
Es decir, señala que la justicia es
la virtud por la cual una persona dirige sus acciones hacia el bien común. Cada
virtud “dirige su acto hacia el mismo fin de esa virtud”.
Aristóteles, argumenta que la
justicia es la mesura, simbolizada por la balanza, por el equilibrio y la
proporción: a cada uno su parte, ni mucho ni poco. La justicia es tratar igual
a los iguales y desigual a los desiguales, en proporción a su desigualdad.
El objetivo de la justicia es hacer
que las personas respeten sus derechos: que nadie robe; que no lastimemos a los
demás; que inculquemos en nuestros hijos la responsabilidad ante la vida y la
sociedad de actuar con justicia, transparencia, tolerancia, pero sobre todo
convivir en paz.
Cuando estos derechos no sean
respetados en la sociedad, corresponderá al Estado, impartir y aplicar la
justicia, conforme al Estado de Derecho.
Si analizamos el símbolo de la
justicia, podemos observar a una mujer con los ojos vendados, en una mano porta
una balanza que simboliza el equilibrio en sus decisiones, y los ojos vendados
es que no ve hacia donde se inclina la balanza, y en una mano lleva una espada
con la que defenderá sus decisiones.
De ahí que nuestras decisiones
buenas o malas, tienen que estar equilibradas, tienen que estar apegadas a
nuestras leyes, de tal forma que diremos que la justicia es el sentimiento que
nos impulsa a no causar daño a otros; es el respeto del derecho o de los
derechos de otro.
El hombre justo procura no hacer a
otros lo que él no quisiera que otros le hicieran, por eso nuestras acciones y actitudes deben ser tan humildes como el polvo para
poder descubrir la verdad, como dice Gandhi.
La verdad jamás daña a una causa que
es justa, la verdad jamás ciega a los hombres y a la sociedad; la justicia la
aplicarán aquellos hombres que sean ricos, de sabiduría y virtud.