lunes, 29 de diciembre de 2014

Justicia

Ante  todas las pérdidas humanas que hemos tenido a lo largo de nuestra historia, frente a todos los actos de discriminación realizados hacia hombres y mujeres, niñas, niños, adultos mayores, comunidades indígenas, frente a las constantes violaciones a nuestros derechos humanos, pero sobre todo, ante la pérdida de nuestros valores, es triste ver, que una vez más no protegimos a tiempo a las personas indefensas.

¿Cuántas veces a lo largo de nuestra historia, nos hemos comprometido a actuar con decisión para que nuestros derechos humanos sean respetados? ¿En la realidad, quienes gozan de los derechos humanos consagrados no solo en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sino en los tratados internacionales de los que México forma parte? Se podría decir que un sinnúmero de veces, solo que ya es hora de actuar, es hora de demostrar nuestro compromiso, es hora de que el Estado y la sociedad hagamos conciencia del daño que hemos causado por la injusticia, por la maldad y  por la intriga, por el desamor, por la dominación del más fuerte sobre el más débil.

Guerras, intrigas, muertes, discriminaciones, hambre, etc., han estado presentes en toda la historia de la humanidad, y de nuestro país, quizá con argumentos y razones válidas para las víctimas y para los agresores, o quizá con razones injustas, pero ¿Quién determina si una acción es justa o injusta? ¿Qué es la justicia? ¿Qué tiene más valor, ser justo o injusto?

Para contestar a estas interrogantes nos remitiremos al vocablo “justicia”, proviene (Del lat. Iustitîa)  y significa una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece, según la definición del Diccionario de la Real Academia Española[1].

La justicia se entiende como el arte de hacer lo justo, y de “dar a cada uno lo suyo” (latín: Ars luris), básicamente esto nos dice que la justicia es la virtud de cumplir y respetar el derecho, es el exigir sus derechos, es otorgar los derechos a un individuo.

La justicia no es el dar o repartir cosas a las personas, sino el saber decidir a quien le pertenece esa cosa por derecho. La justicia es ética, equidad y honradez. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que es suyo. Es aquel sentimiento de rectitud que gobierna la conducta y hace acatar debidamente todos los derechos de los demás.

La enciclopedia jurídica[2] refiere que la Justicia es la cualidad de lo justo. Administrar justicia consiste esencialmente en declarar lo que es justo en el caso concreto sometido al tribunal.

Para Platón, la justicia es “una convención del alma y no una virtud nacida del fondo del mismo hombre”. Refiere que en el hombre se dará cuando existe una armonía de tres virtudes fundamentales del individuo, a saber: la sabiduría, el valor y la templanza.

Platón señala que “la justicia es la obligación de decir la verdad y de dar a cada uno lo que de él se ha recibido”.

Kelsen señala, que la justicia es, “una característica posible más no necesaria del orden social”, y “constituye una virtud del individuo pues un hombre es justo cuando su obra concuerda con el orden considerado justo” y de manera abstracta señala que es justo un orden social determinado, “cuando regla la conducta de los hombres de modo tal que da satisfacción a todos y a todos les permite lograr la felicidad”.

Nicolás de Maquiavelo, considerado como el verdadero fundador y padre de la ciencia política, considera que el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; señala que sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar el orden social justo con el único propósito de evitar la violencia humana.

Según Maquiavelo, el príncipe o el gobernante, tiene como fin la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte, solo que no importan los medios para conseguirlo, es decir, que se puede recurrir a la astucia, al engaño y si es conveniente a la crueldad. Para Maquiavelo, "la grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido".

Santo Tomás de Aquino, define a la justicia como “el hábito por el cual el hombre le da a cada uno lo que les propio mediante una voluntad constante y perpetua”. La justicia representa para Santo Tomás, una de las cuatro virtudes cardinales, aunado a la templanza, prudencia y fortaleza.

Es decir, señala que la justicia es la virtud por la cual una persona dirige sus acciones hacia el bien común. Cada virtud “dirige su acto hacia el mismo fin de esa virtud”.

Aristóteles, argumenta que la justicia es la mesura, simbolizada por la balanza, por el equilibrio y la proporción: a cada uno su parte, ni mucho ni poco. La justicia es tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, en proporción a su desigualdad.


El objetivo de la justicia es hacer que las personas respeten sus derechos: que nadie robe; que no lastimemos a los demás; que inculquemos en nuestros hijos la responsabilidad ante la vida y la sociedad de actuar con justicia, transparencia, tolerancia, pero sobre todo convivir en paz.

Cuando estos derechos no sean respetados en la sociedad, corresponderá al Estado, impartir y aplicar la justicia, conforme al Estado de Derecho.

Si analizamos el símbolo de la justicia, podemos observar a una mujer con los ojos vendados, en una mano porta una balanza que simboliza el equilibrio en sus decisiones, y los ojos vendados es que no ve hacia donde se inclina la balanza, y en una mano lleva una espada con la que defenderá sus decisiones.

De ahí que nuestras decisiones buenas o malas, tienen que estar equilibradas, tienen que estar apegadas a nuestras leyes, de tal forma que diremos que la justicia es el sentimiento que nos impulsa a no causar daño a otros; es el respeto del derecho o de los derechos de otro.

El hombre justo procura no hacer a otros lo que él no quisiera que otros le hicieran, por eso nuestras acciones y actitudes deben ser tan humildes como el polvo para poder descubrir la verdad, como dice Gandhi.

La verdad jamás daña a una causa que es justa, la verdad jamás ciega a los hombres y a la sociedad; la justicia la aplicarán aquellos hombres que sean ricos, de sabiduría y virtud.














[1]Para la definición de este vocablo, consultar el Diccionario de la Real Academia Española en: http://lema.rae.es/drae/?val=Justicia
[2] Ver la definición en la Enciclopedia Jurídica disponible en: http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/justicia/justicia.htm

lunes, 15 de diciembre de 2014

Noviolencia

La no-violencia

Actualmente,  las naciones que velan por los valores de la democracia, fundan su convivencia tanto  a nivel interno como internacional y sus relaciones con otras naciones, en la libertad, el respeto y la tolerancia, con el propósito de convivir de manera pacífica los unos con los otros.
Recordemos que el objetivo fundamental de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas  es  luchar permanente para que todos los pueblos y naciones del mundo, estén libres de cualquier tipo de actos que atenten  contra los valores de la libertad, que atenten contra la paz, la tolerancia, la pluralidad, etc.

Crear las condiciones adecuadas para mantener no solo la justicia, sino promover el progreso social de todos los ciudadanos en México, elevar el nivel de vida a través de la educación, y trabajar por la no violencia y por la verdad, porque la  verdad de este mundo no significa declarar la guerra a alguien, no significa discriminar, no significa matar, significa “la comunión de la vida”, como señala Gandhi, hará de nuestra nación, la mejor del mundo.

Para lograr lo anterior, requerimos que todos nosotros como ciudadanos, tengamos como vocación y misión en nuestras vidas, inculcar en nuestras familias, escuelas, centros de trabajo y de recreación, el respeto hacia los demás y practicar la no violencia, lejos del odio, del rencor, de la venganza, del enojo, ya que todos estos sentimientos y pasiones nos ciegan, nos envenenan, y nos hacen cometer las peores injusticias, nos llevan a mentir, a perder la memoria, y cuando perdernos la memoria, perdemos todo.

Para manifestar nuestro desacuerdo con las cosas o con nuestras ideas, no es necesario declarar la guerra, no es necesario el uso de las armas,  hagamos de nuestras palabras las mejores armas para vencer al enemigo.

La no-violencia, no significa agachar la cabeza ante el enemigo, no significa renunciar a toda forma de lucha contra el mal. Para vencer el mal, nuestra mejor defensa es no contraatacar, debemos luchar siempre por la justicia y la verdad. La verdad nos hará libres por el resto de nuestra propia existencia.

La no-violencia es sinónimo de amor, fe y esperanza, de que este mundo será mejor cada día si la practicamos diariamente en nuestros corazones. Cuando alguien nos ataque no respondamos de manera agresiva, mejor reflexionemos y digamos no vale la pena hacer daño al prójimo, porque nuestro amor por la vida y la esperanza de un mundo mejor, es un poder más fuerte que todos los ejércitos juntos del planeta.

Actuar con humildad, lejos de la tiranía, siempre al servicio de unos y otros, fomentando la convivencia pacífica entre hombres y mujeres, niños y niñas, adultos mayores, nos hará mejores personas, mejores ciudadanos, y sobre todo será el mejor instrumento que tengamos los ciudadanos de cualquier nación para continuar con la lucha indeterminada por la defensa de nuestros derechos humanos.

Por lo que corresponde  a nuestro país, el diseño de mejores políticas públicas tendentes a mejorar la educación, y enseñar a los niños, jóvenes y adultos actuar con respeto y tolerancia, coadyuvarán a edificar una sociedad democrática, respetuosa de la diversidad,  libre de discriminación, sobretodo una sociedad que viva en paz.

Nuestra misión será velar por mantener la paz y la justicia que tanto necesita nuestro pueblo, basada en la libertad y la igualdad de todas las razas, religiones, ideologías, credos, sexo, etc.









 





jueves, 4 de diciembre de 2014

Democracia

La democracia


A seis meses del próximo proceso electoral en nuestro país a realizarse en 2015, se perciben grandes riesgos para la consolidación de la democracia en México, ya que la democracia no sólo es ir a votar y ser votado, sino que va más allá de esto, constituye una forma de vida.

Hoy tenemos un gobierno que fue electo libremente por los mexicanos mediante el ejercicio pleno de su voluntad soberana, pero debemos reflexionar con seriedad sobre algunos asuntos importantes,  que forman parte medular de la democracia real  y  en los que  falta mucho por hacer, para lograr la igualdad de oportunidades entre todos los habitantes de nuestra nación. 

Tal es el caso de institucionalizar  políticas públicas eficientes y eficaces para lograr el pleno desarrollo de las personas, en aras de cumplir con sus postulados esenciales: la auténtica igualdad de las personas ante la ley,  la equidad de género, la atención a los grupos sociales vulnerables, la protección al medio ambiente y por lo que toca al Estado y su gobierno impulsar con decisión la transparencia y rendición de cuentas.

El objetivo de estas breves consideraciones, consiste en  identificar los desafíos de la democracia en México de cara al Proceso Ordinario Electoral Federal y Local 2014 - 2015. Así como,  la relación indisoluble entre democracia y derechos humanos.

Recordemos que la democracia es la conditio sine qua non contemporánea para lograr el desarrollo de las naciones y de las personas, la articulación del concepto democracia está supeditado esencialmente a que el gobierno sea elegido por el pueblo, es decir que emane de la voluntad popular.  Las elecciones logran conjugar y aglutinar pacíficamente creencias, sentimientos y pasiones. Para que eso sea posible,  debe exigirse al electorado  compromiso con los representantes y a éstos dedicación, honestidad y transparencia en la actuación política.

Para que la democracia en México, sea exitosa debe ser de contenido social, político y económico, con igualdad de oportunidades tanto para hombres como para mujeres, atención para las minorías, respeto y observancia de los derechos humanos y actuar siempre con transparencia y rendir cuentas  claras al electorado.

Una democracia que no respeta los Derechos del Hombre, no merece tildarse como democracia, recordemos que el 9 de diciembre de 1998 la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobó la Declaración sobre el Derecho y el Deber de los Individuos, los Grupos y las Instituciones deben Promover y Proteger los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales Universalmente reconocidas. México aceptó este compromiso contemplado en 20 Artículos,  entre las obligaciones aceptadas,  ubicamos lo dispuesto por el Artículo 12, párrafo 2°:

“El Estado garantizará la protección por las autoridades a toda violencia, amenaza, represalia, discriminación, negativa de hecho o de derecho, presión o cualquier otra acción arbitraria resultante del ejercicio legítimo de los derechos mencionados en la presente Declaración“.

La democracia la construye el pueblo, para determinar el rumbo del  país y para que el gobierno emanado de las urnas propicie mejores condiciones de vida.

Los ciudadanos mexicanos requerimos con urgencia instituciones y representantes que garanticen la paz y seguridad, necesitamos leyes efectivas.  No queremos la guerra, no queremos más personas desaparecidas, no queremos niños y niñas maltratados, no queremos más gente con hambre, queremos un pueblo educado que pueda defender sus derechos, por el simple hecho de ser un ­“ser humano“, es decir que se respeten y garanticen  sus derechos establecidos en el Artículo 1ª constitucional.

Por ello, los retos a vencer en las próximas elecciones, es que los partidos políticos respeten la equidad de género, conforme a lo señalado en el artículo 41 constitucional; que los candidatos a ocupar cualquier cargo de elección popular, respeten las normas bajo la cual se rigen los procesos electorales, que los ciudadanos no solo participen y salgan a emitir su voto.

La participación política de los ciudadanos y ciudadanas en el proceso electoral 2015, es fundamental para la vigencia del régimen representativo y la división de poderes, para que en México  haya pluralidad de partidos políticos en el Congreso y para que tengamos procesos electorales transparentes, competidos y plurales, con organismos electorales sólidos, como: el Instituto Nacional Electoral, los organismos públicos locales, y el Tribunal Electoral del Distrito Federal.

La democracia debe cumplir con las necesidades básicas de las mexicanas y mexicanos, sin distinción de raza, credo, ideología, posición económica, etc. Debe respetar nuestra libertad como ciudadanos y ciudadanas, debe ser la pauta para el diálogo y la negociación en aras de solucionar cualquier conflicto.




lunes, 1 de diciembre de 2014

No son 43

El día de hoy retomamos nuevamente este blog, con mayores ánimos y más temas a tratar. Quiero hoy compartir con ustedes lo que desde la semana pasada tuve oportunidad de expresar en la columna que publique en el Portal de La Silla Rola, titulada “No son 43”. En ese espacio tuve la oportunidad de expresar mi consternación por la existencia de más víctimas de la violencia en algunos estados del país.
Sin duda, el número 43 será tan inolvidable como el 68. Han sido ya muchos los levantamientos y las manifestaciones provocadas por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, esta cifra, que de acuerdo con la numerología está relacionada con revoluciones sociales y con desorden por insatisfacción de necesidades de comunicación a nivel colectivo, representa a un porcentaje mínimo del total de víctimas del contexto violento en el que se encuentra nuestro país.
Los movimientos sociales forjados en estas últimas semanas en demanda de justicia para las 43 personas desaparecidas, son el resultado de un hartazgo generalizado, que está dispersado en todo el territorio nacional y en todos los estratos sociales. Esta problemática extendida, que pareciera seguir creciendo, esta inmersa en una “cultura” de la violencia, en la que la fuerza es utilizada como única herramienta capaz de resolver las diferencias entre las personas y grupos sociales.
La violencia y la percepción que de ella tiene la sociedad afectan el desarrollo humano e impiden un adecuado ejercicio de los derechos humanos de toda persona. Rechazar la violencia y solucionar los conflictos a través de una comunicación activa y directa entre los interesados es uno de los objetivos de una cultura de paz, para la cual las autoridades a todos los niveles deben trabajar.
Alcanzar una mejor calidad de vida, así como una cultura de paz y de noviolencia puede lograr reducir los costos económicos y políticos del uso de la fuerza y el poder ilegítimos. Ahora bien, ¿cómo desaprender como sociedad las conductas y valores violentos que de manera implícita y explícita se enseña en las escuelas, calles y familias? y ¿cómo sustituir una “cultura” de la violencia por una cultura de paz? La Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, emtidas por la Asamblea General de las Naciones Unidas, identifican ocho ámbitos en los cuales debemos trabajar como sociedad para promover y fomentar una cultura de paz, dentro de estos tienen un lugar significativo la educación, el desarrollo de los derechos humanos y la participación democrática.
Adoptar una disciplina de apertura, paciencia, compasión y flexibilidad hacia las posturas adversas a las propias, tal y como Gandhi predicaba, es fundamental. Si bien hace falta mucho por hacer para adquirir valores propios de una cultura de paz, existen avances significativos por parte de la ciudadanía que se está organizando, y de algunas autoridades que están atendiendo los reclamos sociales al entrar en diálogo directo con la sociedad civil, como lo han procurado diversas dependencias e instituciones como la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la propia Universidad Autónoma de Guerrero, por ejemplo.
Recurramos a la paz como método alternativo para resolver nuestras necesidades de comunicación a nivel colectivo, y para expresar nuestras exigencias como sociedad. Como ya decía Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”. No son 43, son muchos más los heridos en esta guerra de violencia. Exijamos justicia por el camino de la paz.